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3 de noviembre de 2025


Dos Vírgenes de la Peña en Fuerteventura: ¿sabías que no solo hay una?

En Fuerteventura, cuando alguien habla de la Virgen de la Peña, la mayoría piensa en la patrona de la isla, la que cada septiembre reúne a miles de peregrinos en la Vega de Río Palmas. Pero lo que no todo el mundo sabe es que existe otra Virgen de la Peña, menos conocida pero igual de fascinante: la que descansa bajo las aguas de Caleta de Fuste.

Una en la montaña, otra en el mar. Dos advocaciones, dos historias que se cruzan con la vida de los majoreros.


La Virgen de la Peña de Betancuria: un legado de más de 500 años

La primera y más antigua es la Virgen de la Peña de Betancuria, patrona de Fuerteventura. Según la tradición, la pequeña talla gótica —obra del escultor normando Jean de Rouen— llegó a la isla a mediados del siglo XV junto con los conquistadores normandos Jean de Béthencourt y Gadifer de La Salle.

Su hallazgo se ubica en la Vega de Río Palmas, en un paraje rocoso que le dio nombre. Desde entonces, se convirtió en el centro espiritual de la isla, vinculada sobre todo a las plegarias por lluvia en una tierra marcada por la aridez.

En los archivos del Cabildo insular consta un episodio muy especial: entre 1958 y 1961 Fuerteventura padeció cuatro años de sequía. En julio de 1961 el Cabildo acordó por unanimidad organizar una gran rogativa con la Virgen, que recorrió pueblos y parroquias de toda la isla. Poco después llegaron las lluvias, y ese hecho fortaleció aún más su devoción.

Hoy, cada tercer fin de semana de septiembre, miles de personas participan en la romería insular hacia la ermita de la Vega de Río Palmas, en Betancuria. Es la cita religiosa y cultural más importante de Fuerteventura.


La Virgen de la Peña del Mar: un santuario submarino en Caleta de Fuste

La segunda advocación nació en tiempos mucho más recientes, pero no por ello menos interesante. En 1967, un grupo de devotos promovió la creación de una réplica de la patrona para colocarla bajo el mar, frente a la costa de Caleta de Fuste (Antigua). La iniciativa, apoyada por el párroco Leonilo Molina, buscaba proteger a los pescadores y crear un santuario marino.

La imagen fue bendecida y sumergida el 8 de octubre de 1967 en un acto multitudinario. Durante años, marineros y buceadores visitaron a la Virgen del Mar, hasta que las obras en el muelle acabaron ocultándola bajo sedimentos y rocas.

Pero la historia no terminó ahí: en 2013, el Ayuntamiento de Antigua y asociaciones locales impulsaron la colocación de una nueva réplica sumergida, recuperando así una tradición singular que combina fe, identidad y turismo. Hoy sigue siendo un atractivo para buceadores y un símbolo de protección en el litoral majorero.


Una isla, dos advocaciones

La existencia de dos Vírgenes de la Peña en Fuerteventura refleja la relación del pueblo majorero con su tierra y con el mar. Una imagen nació en la montaña, en un entorno agrícola marcado por la sequía; la otra fue llevada al océano para acompañar a pescadores y navegantes.

Ambas son testigos de la historia de la isla y de cómo sus habitantes han sabido adaptar su fe a las realidades de un territorio donde la supervivencia siempre ha dependido tanto del cielo como del mar.


Fuentes


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